miércoles, 30 de julio de 2014

Escarmentando en cabeza agena

Terminé con mi novio que ni a novio llegaba, ni terminé yo.

No sé por qué me pegó tanto, me sentí tan mal, como si hubiera fracasado, cuando el fracaso no existe, cuando no hay pérdida sino aprendizaje, y bueno, sí sé que puede doler, pero sólo eso, la cuestión es que mi sentir fue mas que eso.

Así que un día desperté, a las 5 de la mañana, después de haber vivido los tres días mas largos de mi vida, con ataques de ansiedad y pensé que no lo lograría en el DF. Preparé una pequeña mochila, con ropa para 4 días, una navaja, traje de baño y me fui a la terminal de Observatorio, no sabía a dónde ir, ni qué hacer, sólo sabía que la ciudad me consumiría, que terminaría hablándole y llorando y él me rechazaría de la forma mas tranquila y cruel que pudiera (cruel porque me habla de forma muy comprensiva, como si quisiera darme consejos, como si le importaran mis sentimientos, que tal vez le importan pero no como esperaba).

Tomé un camión hacia Michoacán, a una zona que no conocía ni por casualidad, en la sala de espera, conocí a tres mujeres, todas impresionadas de que viajara sola y sin rumbo, sentí la solidaridad de clase, de sexo. Me ofrecieron compartir sus destinos, todas viajaban por separado, con diferentes historias pero con la misma solidaridad, ese fue el primer indicio de que hacía lo correcto. Siempre me había dado miedo viajar sola, aunque fuera a encontrar a alguien del otro lado, esta vez no, no había nada peor que quedarme. Llegué a considerar sus ofertas, pero terminé declinándolas aunque intercambiamos teléfonos por cualquier cosa.

Comencé mi recorrido hasta el día siguiente porque ya era tarde, fui por recomendación a los Azufres, una muy mala recomendación, son oasis de civilización en medio de tanta belleza, yo sólo quería estar sola y ahí estaba rodeada de ruido, de gente. Decidí partir al siguiente día muy temprano, fui a unas grutas, muy pequeñas y muy hermosas, según cuentan ahí Miguel Hidalgo torturaba gente... no me queda claro por qué o para qué torturaría gente... pero bueno, tampoco sé mucho de Historia.

Para llegar ahí me dieron rite, todo lo que había recorrido hasta ahí, había deseado tomar rite, pero yo sola no me animaba, no tuve que animarme, una camioneta se paró y ofreció llevarme, analicé todo el entorno y consideré que no había peligro, ya había tomado mis precauciones. Me subí y bueno, resultó ser alguien muy amable, nada trascendental, todo ese día estuve con él y al final me dirigí a Ziráhuato, pues platicando alguien me dijo que si lo que quería era que no hubiera gente, ese era el lugar indicado. Fui y me enamoré, era justo lo que necesitaba, era hermoso, era majestuoso, llegar fue difícil, la gente no entendía por qué quería ir, el transporte es escaso, pero cuando llegué, todo valió la pena, había como dos casas cerca, super separadas entre sí, había una mujer lavando ropa en la presa, y ya, al otro lado de la presa se veían unos niños jugar en el agua, pero no los escuchaba. No supe qué hacer, cuando llegué ahí, me saqué un poco de onda, no había nada, y ese pensamiento se quedó en mi cabeza, no hay nada, nada, nada... Eso era justo lo que quería! nada! sólo yo y la nada! y lo había logrado, no como hubiera querido (con una casa de campaña para quedarme ahí), pero fui feliz, cuando me di cuenta de lo que pasaba, sólo pude reir, y reir y reir, invadió una felicidad mi cuerpo entero, y no me bastaba con sonreír, tenía que reir y no me daba pena porque no había nadie y aunque hubiera habido era imposible no hacerlo, y me reía mas y mas fuerte hasta que me dolió mi estómago y el sol me cegó y decidí buscar una sombra y comer. Estuve todo un día ahí, sabía que debía salir temprano por el transporte, pero no podía, el tiempo volaba, el tiempo, el tiempo se congeló, sólo existiamos yo y el aire, que sabia decisión tomé, todas mis angustias se fueron, las pensaba, sí, pero era como si no tuvieran importancia, ya no pensaba sólo en mi reciente ruptura, sino en mas cosas que me afligían y nada era importante, sólo era, y yo no podía hacer nada al respecto, incluyendo el sentir tristeza.

Tuve que despedirme de ese paraíso


Después, hablé con un amigo que vive en una ciudad no tan lejana, me dijo que fuera, la verdad es que quería verlo, sólo había tres personas que pensé podrían darme buenos consejos, una no me habla, otro estaba de viaje y el otro... fui a verlo. 

Ya me sentía mejor pero en cuanto llegué a una ciudad todos mis miedos reaparecieron, toda mi felicidad se fue, de nuevo estaba nostálgica, él me cuidó como lo hacen los amigos... yo me sentía sin voluntad y sin hambre, él me obligó a comer, a modo de órden, yo sabía que debía comer pero no tenía hambre, no sólo hizo que comiera la comida sino también postres, porque dice que el azucar te hace sentir mejor, yo sabía que no era sano pero sentía que tenía razón, él me preguntaba mucho qué tenía, pero en cuanto pensaba cómo empezar mi historia, lloraba, así que no quería contarle nada... él sabía que yo tenía algo y yo sabía que había llegado hasta ahí para contarle, pero no podía, así pasaron dos días. Él siempre al pendiente de mi y de mi tristeza... ¿cómo puedo estar rodeada de gente tan buena? Distraerme me hizo bien, ya no me sentía tan decaída, pero el tercer día, el día que debía regresar en la noche al DF fue el peor, entre mas se acercaba mi cabeza a esta ciudad, peor me ponía, sabía que si no aprovechaba en ese momento, habría viajado en vano, me armé de valor y le conté a muy grandes rasgos, escaparon algunas lágrimas pero en general pude contenerme. Él me dijo muchas cosas, tristemente no puedo recordarlas muy bien, me habló de la autonomía en mis decisiones, y de pensar bien lo que hago, me dijo que me estoy aferrando a cosas que no pueden ser, y que si las forzo terminarán muy mal, mas que consejos, él puso su experiencia para mi, eso me ayudó y me acercó mas a él, ahora siento que lo quiero mas. No sé qué tipo de persona es, pero nació para dar consejos, es muy paciente y sabe escuchar muy bien. Después de hablar con él, mi alma descansó, y aunque pensara en regresar al DF, ya no me sentía mal. 

Hoy que regresé, no siento necesidad de hablarle a mi ex, o a mi amigo o a mi lo que fuera, es decir, lo quiero, pero ese cariño no está relacionado con saber de él o con verlo... pasé por lugares que me lo recordaban y sólo sonreí, no sentí nostalgia ni deseos de saber de él. Sólo quiero que esté bien. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario